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El increíble mundo de las palabrotas
Es normal que alrededor de los 3 años, tu hijo se lance en sus primeros pinitos por el mundo de las palabrotas. Pero si deseas que el conocimiento de ese mundo sea algo pasajero y no un lugar en el que acomodarse, es importante abordar este periodo con la máxima naturalidad. Un taco no es nada sin la carga expresiva que lo acompaña y si anulamos esta carga expresiva, esa palabra acostumbra a perder su poder y a desinflarse como un globo. Anular el poder que tienen las palabrotas y la fascinación que provoca en los peques, depende mucho de las reacciones del adulto
La primera vez que sueltan al aire una palabrota no saben ni lo que significa, pero normalmente encuentran una reacción que les sorprende: risas, cuchicheos, enfados e incluso alguna reprimenda mayor. Se dan cuenta que esas palabras provocan respuestas asombrosas en la gente que les rodea, así que su uso se convierte en una forma de experimentar las distintas reacciones que esconden esas palabritas mágicas que nunca, nunca pasan desapercibidas.
La primera vez que sueltan al aire una palabrota no saben ni lo que significa, pero normalmente encuentran una reacción que les sorprende: risas, cuchicheos, enfados e incluso alguna reprimenda mayor. Se dan cuenta que esas palabras provocan respuestas asombrosas en la gente que les rodea, así que su uso se convierte en una forma de experimentar las distintas reacciones que esconden esas palabritas mágicas que nunca, nunca pasan desapercibidas.
Cosas que debes saber…
Alrededor de los 3 años, los niños se encuentran en el momento de máximo desarrollo del lenguaje, y el vocabulario que utilizan tiende a multiplicarse a una velocidad asombrosa. Les encanta aprender palabras nuevas y les llama la atención aquéllas que expresan enfado o énfasis. A partir de los 4 y 5 años empiezan a parecerles graciosas las palabras y las conductas escatológicas y/o aquellas que tienen que ver con el descubrimiento del propio cuerpo y sus actividades fisiológicas. Son palabras que acostumbran a tener un doble sentido, que no se dicen con la naturalidad con que se expresan otros términos, y que muchas veces se intentan suavizar (no se dice "ve a cagar" -ni "ve a defecar", sino "ve a hacer caca"). Estos términos (caca, culo, pedo, pis) les resultan divertidos, crean complicidad entre ellos y les provoca risa el mero hecho de decirlos.
En cuanto a los términos malsonantes que no tienen que ver con la fisiología del cuerpo, nuestros hijos acostumbran a escoger las palabras que oyen más a menudo y las que más llaman su atención.
¿Por qué dicen palabrotas y cómo debemos reaccionar?
Si nuestro hijo comienza a utilizar este tipo de palabras es importante conocer la finalidad que esconde, es decir, por qué las dice. De esta manera podremos encontrar la manera más adecuada de reaccionar ante ellas.
Imitar a los adultos y demostrar que ya es mayor
Manifestar su enfado
Llamar la atención
Divertirse o por simple curiosidad
Debemos ofrecerle palabras alternativas y enseñarle que existen otras maneras de decir las cosas. En vez de permitirle "esto es una caca" es mejor proponerle "esto no está bien hecho", "esto está roto", "esto es una birria", etc.
Si el niño expresa su enfado o su malhumor a través de alguna palabrota no adecuada podemos enseñarle a expresar sus sentimientos a través de otras vías: utilizar, con la misma carga emocional, marcadores o exclamativos tipo "oye", "mira", "ay", "vaya", etc. De todas maneras, debemos medir el tipo de palabrotas que utiliza porque si se trata de palabras muy fuertes, éstas NUNCA deben ignorarse, ya que su uso puede provocar problemas de relación social, entre otras cosas porque será mucho más frecuente que imite palabrotas o tacos fuera de casa que en casa. Esto significa que tenemos que estar preparados para reaccionar adecuadamente, y que tenemos que entrenarnos en casa para transmitir a nuestro hijo lo que es correcto y lo que no lo es. En el apartado de consejos prácticos encontrarás más detalles sobre cómo reaccionar y qué alternativas ofrecer a tu hijo respecto a las palabrotas.